Platos marcados por la identidad de pueblos ancestrales dan origen a una gran oferta gastronómica: frutas tropicales que vienen de fértiles valles en medio del desierto; las clásicas empanadas o el pastel de choclo de la zona centro. En la costa chilena, los protagonistas son el caldillo de congrio y las machas a la parmesana. En el sur, deléitate con las cazuelas de la cocina mapuche, el curanto de Chiloé y la centolla austral de la Patagonia.